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martes, 10 de noviembre de 2009

Ángeles y Demonios

Podemos ver, estos dias, las imágenes de la ya célebre Elizabeth Lambert, una jugadora, que en un partido no sólo perdió los papeles, sino demostró la inoperancia del equipo arbitral que fue incapaz de expulsarla a la primera y le dejó hacer de estas durante buena parte del partido. Lo que más me chirría de esta situación, es que lejos de los que describe la noticia, la jugadora fué suspendida por su Universidad, tras la difusión de las imágenes, y como la propia Universidad, así como eso que llaman "su entorno", declaraba que la angelical Elizabeth nada tenía que ver con el demonio en que se convierte en los partidos de futbol.

Y es esto lo que más me irrita, ese planteamiento dado en el deporte, de que las personas se transforman al entrar en una pista, yo lo veo al contrario, es en la vida real donde se transforman, quizás bajo el yugo amenazador de las leyes civiles, demostrado una vez más su utilidad, cuya interpretación desaparece en el campo deportivo, permitiéndo entonces ver como es una persona.

Siempre creo que hay una sustancial diferencia entre ser agresivo y ser violento, personalmente, el jugador indolente que lo basa todo en su supuesta calidad y que mide sus esfuerzos, casi pensando en salir peinado en la foto, antes de demacrado por un esfuerzo último para llegar a ese balón que no se sabe bien a donde va, me repugna y si que me parece un desperdicio perder tiempo intentandolo mejorar; pero de ahí a querer superar a tu rival por la intimidación y la violencia hay un trecho bastante largo, que generalmente la mala interpretación arbitral y el principio del todo vale con tal de llegar a la victoria, justican con excesiva laxitud.

Me parece curioso, la critica feroz cuando una jugador mete un gol con la mano engañando a propios y extraños, mientras que cuando un jugador tiene exceso de violencia eso si se criminaliza como en este caso. ¿Acaso, no es igual de delincuente el ladrón que el asesino?

Así pues, este suceso denota dos grandes hipocresías del deporte a cualquier nivel, que la infracción de la norma cuando va dirigida al engaño o la mentira, generalmente con el objetivo de que el juez o árbitro de la contienda caiga en ello, es admisible. Y como segunda hipocresía que las personas son distintas practicando un deporte que en la vida real.

Estableciendo una horrenda comparación yo díría que el alcohol y el deporte son muy similares ¿cómo? si ambas son dos drogas, que consiguen un efecto mundialmente famoso: Los borrachos y los deportistas, al igual que los niños, nunca mienten.

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