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jueves, 20 de abril de 2017

Todo vale cuando uno no vale


Me enteré de la noticia, cuando leí el siguiente artículo, de Isabel Hernández en planetacb.elbernabeu.com:


Como dice el artículo cualquier acto de indisciplina en un jugador tiene difícil o nula justificación, pero frente a un reproche no es ya pasarse tres pueblos, es simplemente demostrar el ser lo más bajo de la condición humana, el mentar  a la familia, hermanos y su proyección en el baloncesto.
Para escarnio y vergüenza del periodista, que no es la primera, ni será la última que protagonice en su ya amplia carrera de “grandes” momentos periodísticos, tómense una biodramina (por eso del vómito) y “disfruten”:


Como bien dice Isa, no todo vale en el periodismo deportivo, pero desgraciadamente, hay muchos que no valen y están en el periodismo deportivo, es a estos a los que todo les vale por su minuto de gloria. Algunos creen que convertir cada anécdota en noticia de escándalo es hacer periodismo, mientras demuestran su desconocimiento de un deporte, por mucho que lo hayan vivido y tengan “contactos” que les permitan ser la primicia.

En todo caso, si me ha parecido curiosa al reflexión, que conlleva los dos mayores desatinos del artículo:
-          - nombrar a la familia
-          - Situar la liga EBA como una mediocridad

Empezando por la segunda cuestión, jugar liga EBA en España te sitúa entre los 2000 mejores jugadores de un total de más de 200.000 jugadores de España, es decir llegan el 1% de los que practican baloncesto. Lo cual a su parecer es un demérito personal de los 3 hermanos (luego me extiendo en esta cuestión). Pero la reflexión va más allá, ya que indica las condiciones físicas excepcionales de lo hermanos, fundamentalmente su altura, como reproche, ante este supuesto fracaso deportivo.

En el mundo del baloncesto tenemos la curiosa costumbre de considerar fracasado a aquella persona que con una altura excepcional no triunfa en el baloncesto, llamando triunfo además a por lo menos ser internacional una larga temporada, todo lo demás es fracaso.
Por ponernos nostálgicos, se me ocurren apellidos como Sonseca, Ruf, Miralles, que ya hubiera dado yo media vida por haber tenido la mitad de su fracaso.

En cambio me parece que cuando a un ebanista le das la mejor madera y no consigue una excepcional obra de arte, el fracaso no es de la materia prima. Claro que una persona no es materia prima inerte, pero también es cierto que cuando cogemos a un joven con 12 ó 13 años es más factible que el ambiente lo modifique que sea el mismo quien trace su camino.

Por otro lado, ¿a qué edad podemos considerar que un jugador ya no llegará más allá en su nivel deportivo?:
-          A los 16 años en que ha debutado Luka Doncic en ACB
-          A los 21 años en que debuta Ricky Rubio en la NBA y dos años después hace su peor temporada.
-          A los 27 años en que llega a jugar por primera vez David Navarro en ACB

Curiosamente, este año en Galicia nos hemos convertido en acumuladores de supuestas “últimas oportunidades” en el baloncesto, y así incluyendo al propio Fran Guerra (23/12/1992) según el simpar periodista, tenemos por Galicia:
- Josep Franch (26 años)
-Joan Creus (25 años)
-Albert Homs (23 años)

E incluso, curiosa ha sido alguna reflexión sobre el estancamiento (¡WTF!, que escriben los modernos) de un Marc Bauza (21 años) que con 8 minutos en LEB ORO se considera un parón en su carrera (¿Carrera con 21 años?)

Conseguir un jugador de élite, no es sólo medir más de dos metros, tener un juego de pies excepcional o botar el balón lo más cercano posible al domino del Jordan de turno.

Acertar con el lugar de tu formación, donde comprendan tus cualidades y lo que puedes llegar a dar, tener la tranquilidad de que en cada decisión no te estás jugando tu futuro, ya que pocos son los “ambiciosos proyectos de cantera”, que perduran a pesar de los resultados deportivos. El conseguir al agente representante adecuado que esté por encima de su comisión para localizarte el mejor lugar para desarrollar el talento propio. Que en ese lugar coincida un cuerpo técnico que más allá de los bonitos discursos de pretemporada, de verdad crean que tu progresión y apuesten por darte minutos de juegos más allá de un –X en tu valoración.

Todo eso debe darse en el baloncesto profesional, en los jugadores altos además se encuentra la nefasta costumbre, de intentar convertirlos lo antes posibles en estrella, sin comprender, que no existe ninguna relación entre la altura excepcional y el desarrollo motor precoz, al contrario la formula correcta debe ser a más altura, más paciencia.


Así pues, consideremos que cada vez que el baloncesto español, no consigue que nuestro ansiado 7 pies alcance el olimpo internacional en nuestra selección, aun llamándose Adriá Gasol, por ejemplo, quizás debemos entonar el mea culpa todo el mundo del baloncesto por no saber poner los medios más idóneos para el desarrollo máximo de los potenciales deportivos; en un país donde talento deportivo, no es garantía de medios máximos para el estudio, donde una carrera deportiva de 15 años no te garantiza un tranquilo retiro el resto de tu vida; y al contrario parece que por muchos 2,10 que midas, lo más coherente, responsable y maduro en la vida es dejarse de jugar a eso de la pelotita naranja, y conseguir un buen trabajo, sea médico, militar o noble oficio de cartero.