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martes, 3 de octubre de 2017

El honor de ser seleccionado, Piqué se equivoca en la forma y la Federación en el fondo.

Ir a una Selección Nacional, no es sólo una cuestión de profesionalidad, que también. Tal como han establecido diversos estudiosos, las Selecciones Nacionales, suponen un símbolo de una sociedad, y a pesar de que muchos van por la vida subidos en esa soberbia nihilista, ni los símbolos son negativos, ni su defensa supone un peor nivel social o intelectual.

La simbología tiene su valor, el que le dan lo que transmite y representa, la que recibe de los que representa.

Que escupan mi foto me molesta, pero infinitamente menos que si me escupen a la cara, hay quien confunde el orden, y de ahí muchos malosentendidos, la historia está llena de ellas, por perder perspectiva de la importancia de las cosas.

Por lo tanto, como símbolo, el participar en una Selección que representa a un país, región, barrio de una ciudad, tiene un valor, y quien es seleccionado debe saberlo y respetarlo. No tiene que ver con dónde naces, ni siquiera con quien paces. En el caso del deporte, los asimilados, nacionalizados, etc... son una cuestión más de justicia deportiva y equidad, que de lo que representan.

Por ello, uno no es más ni menos en una selección según nace o pace en el país, lo es por el respeto al honor que supone representar a un número de personas; que sabes, más allá de lógica o ilógica del sentimiento (ahora no toca), que ese símbolo tiene un valor, mucho o poco, lo que está claro es que ir por profesionalidad, sin sentimiento ninguno de afiliación a ese símbolo, es una incoherencia que ni el convocado ni el convocante deberían aceptar.

Especialmente, un convocante, es decir una Federación, jamás debería entrar en el juego de alguien que va por simple negocio, que es lo que es una profesión, admitir eso, es casi más ofensivo que quien va sin ningún orgullo de lo que representa.

domingo, 20 de agosto de 2017

No le llame guerra, no lo llames terrorismo, llámalo delincuencia. (tras 72 horas de duelo)


Hace trece años, resultó que un escrito de reflexión sobre aquel 11-M, no sé como, se convirtió en viral, corrió hasta medios de prensa, descubriendome por primera vez el poder de las redes sociales:

jueves, 20 de abril de 2017

Todo vale cuando uno no vale


Me enteré de la noticia, cuando leí el siguiente artículo, de Isabel Hernández en planetacb.elbernabeu.com:


Como dice el artículo cualquier acto de indisciplina en un jugador tiene difícil o nula justificación, pero frente a un reproche no es ya pasarse tres pueblos, es simplemente demostrar el ser lo más bajo de la condición humana, el mentar  a la familia, hermanos y su proyección en el baloncesto.
Para escarnio y vergüenza del periodista, que no es la primera, ni será la última que protagonice en su ya amplia carrera de “grandes” momentos periodísticos, tómense una biodramina (por eso del vómito) y “disfruten”:


Como bien dice Isa, no todo vale en el periodismo deportivo, pero desgraciadamente, hay muchos que no valen y están en el periodismo deportivo, es a estos a los que todo les vale por su minuto de gloria. Algunos creen que convertir cada anécdota en noticia de escándalo es hacer periodismo, mientras demuestran su desconocimiento de un deporte, por mucho que lo hayan vivido y tengan “contactos” que les permitan ser la primicia.

En todo caso, si me ha parecido curiosa al reflexión, que conlleva los dos mayores desatinos del artículo:
-          - nombrar a la familia
-          - Situar la liga EBA como una mediocridad

Empezando por la segunda cuestión, jugar liga EBA en España te sitúa entre los 2000 mejores jugadores de un total de más de 200.000 jugadores de España, es decir llegan el 1% de los que practican baloncesto. Lo cual a su parecer es un demérito personal de los 3 hermanos (luego me extiendo en esta cuestión). Pero la reflexión va más allá, ya que indica las condiciones físicas excepcionales de lo hermanos, fundamentalmente su altura, como reproche, ante este supuesto fracaso deportivo.

En el mundo del baloncesto tenemos la curiosa costumbre de considerar fracasado a aquella persona que con una altura excepcional no triunfa en el baloncesto, llamando triunfo además a por lo menos ser internacional una larga temporada, todo lo demás es fracaso.
Por ponernos nostálgicos, se me ocurren apellidos como Sonseca, Ruf, Miralles, que ya hubiera dado yo media vida por haber tenido la mitad de su fracaso.

En cambio me parece que cuando a un ebanista le das la mejor madera y no consigue una excepcional obra de arte, el fracaso no es de la materia prima. Claro que una persona no es materia prima inerte, pero también es cierto que cuando cogemos a un joven con 12 ó 13 años es más factible que el ambiente lo modifique que sea el mismo quien trace su camino.

Por otro lado, ¿a qué edad podemos considerar que un jugador ya no llegará más allá en su nivel deportivo?:
-          A los 16 años en que ha debutado Luka Doncic en ACB
-          A los 21 años en que debuta Ricky Rubio en la NBA y dos años después hace su peor temporada.
-          A los 27 años en que llega a jugar por primera vez David Navarro en ACB

Curiosamente, este año en Galicia nos hemos convertido en acumuladores de supuestas “últimas oportunidades” en el baloncesto, y así incluyendo al propio Fran Guerra (23/12/1992) según el simpar periodista, tenemos por Galicia:
- Josep Franch (26 años)
-Joan Creus (25 años)
-Albert Homs (23 años)

E incluso, curiosa ha sido alguna reflexión sobre el estancamiento (¡WTF!, que escriben los modernos) de un Marc Bauza (21 años) que con 8 minutos en LEB ORO se considera un parón en su carrera (¿Carrera con 21 años?)

Conseguir un jugador de élite, no es sólo medir más de dos metros, tener un juego de pies excepcional o botar el balón lo más cercano posible al domino del Jordan de turno.

Acertar con el lugar de tu formación, donde comprendan tus cualidades y lo que puedes llegar a dar, tener la tranquilidad de que en cada decisión no te estás jugando tu futuro, ya que pocos son los “ambiciosos proyectos de cantera”, que perduran a pesar de los resultados deportivos. El conseguir al agente representante adecuado que esté por encima de su comisión para localizarte el mejor lugar para desarrollar el talento propio. Que en ese lugar coincida un cuerpo técnico que más allá de los bonitos discursos de pretemporada, de verdad crean que tu progresión y apuesten por darte minutos de juegos más allá de un –X en tu valoración.

Todo eso debe darse en el baloncesto profesional, en los jugadores altos además se encuentra la nefasta costumbre, de intentar convertirlos lo antes posibles en estrella, sin comprender, que no existe ninguna relación entre la altura excepcional y el desarrollo motor precoz, al contrario la formula correcta debe ser a más altura, más paciencia.


Así pues, consideremos que cada vez que el baloncesto español, no consigue que nuestro ansiado 7 pies alcance el olimpo internacional en nuestra selección, aun llamándose Adriá Gasol, por ejemplo, quizás debemos entonar el mea culpa todo el mundo del baloncesto por no saber poner los medios más idóneos para el desarrollo máximo de los potenciales deportivos; en un país donde talento deportivo, no es garantía de medios máximos para el estudio, donde una carrera deportiva de 15 años no te garantiza un tranquilo retiro el resto de tu vida; y al contrario parece que por muchos 2,10 que midas, lo más coherente, responsable y maduro en la vida es dejarse de jugar a eso de la pelotita naranja, y conseguir un buen trabajo, sea médico, militar o noble oficio de cartero.