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lunes, 2 de diciembre de 2013

Fases Previas en Baloncesto, el eterno, reiterado y nunca solucionado debate

Introducción:

Canarias Basket es una interesante y ojalá exitosa iniciativa, dedicada a informar del Baloncesto de formación de las Islas Canarias. Interesante, no sólo por la novedad de tratar el baloncesto base, si no porque además no sólo se queda en el resultado, ofrece artículos sobre temas de organización de competiciones, arbitrajes, es decir, baloncesto de formación de verdad.

En su número de Noviembre, y que permite celebrar su primer aniversario de publicación, trata el tema de las fases previas, tema siempre debatido, y que nos lleva al discutido y discutible asunto de la competición en las etapas de formación. El enfoque del artículo, se centra en la opinión de los entrenadores, y como el chiste de los traseros, cada uno tiene el suyo.

Es completamente lógico, que un entrenador hable de la misa como le va, no deben ser ni árbitros, ni entrenadores, ni directivos quienes en pleno fregado opinen de cómo debe organizarse una competición, que debe ser  organizada con una visión más global y bajo un objetivo que debe ser marcado no atendiendo a casos particulares. Esa debería ser la función de la federación, y esa labor debería realizarse desde la escucha de todos los estamentos del Baloncesto, y no atendiendo sólo a la directriz de un ámbito concreto.

El baloncesto y su lío con las competiciones:
Podemos decir que en el baloncesto, existe excesivo intervencionismo en la formación de jugadores, decidiendo cuanto tiempo tienen que jugar, de cuanto pueden perder como mucho, protegiendo  a los jugadores de entrenadores, a los árbitros de padres y entrenadores, incluso en algún caso a los jugadores de sus propios padres.

Pero luego, organizamos competiciones sin atender a las características de desarrollo, interés, del propio niño.

Parece obvio, que distribuir los participantes en cualquier juego, por su nivel de maestría, sería una condición básica de cualquier práctica deportiva.

Parece obvio, que la única forma irrefutable de calificación es la propia competición y comparación de resultados en igualdad de condiciones.

Siendo estas obviedades incuestionables, son posiblemente, las más complejas de aplicar a la hora de decidir cuáles son los condicionantes a tener en cuenta para realizar la estructura de competición de un ámbito geográfico.

Perversores del espíritu deportivo:

Sin duda el más sencillo, debería ser el más honesto, que cada uno sepa y reconozca cual es su nivel en comparación con el resto de participantes, pero desde a entrenadores, pasando por directivos y por supuesto padres, pocas veces se reconoce que nuestro nivel es el que tenemos y no el que deseamos; sin olvidar, que no dejan de existir el sumun de los farsantes que en una falsa, interesada y nauseabunda humildad, se hacen pasar por peores, para terminar la temporada con cuanto record de victorias y anotación sea posible.
Todos conocemos sus nombres, apellidos y son mil y una las anécdotas que jalonan la travesía de estos perversores del deporte, que curiosamente, nunca reciben la reprimenda de una federación, que debería ser la principal censora de actitudes tan poco deportivas y edificantes.

Clasificación de los participantes:

Prácticamente en cualquier ámbito geográfico, desde una pueblo a una autonomía o país, los participantes en una competición de formación los podemos dividir en tres grandes grupos según su interés en la competición, y que realmente se hace extensible a los tipos de clubes que podemos encontrar.
1º Nivel: La élite, normalmente el 10%  de los equipos-clubes inscritos en una categoría forman parte de este rango. Aquellos clubes, a caballo entre la formación y el profesionalismo, con selección de los mejores jugadores, y que suelen encontrarse vinculados con equipos o clubes profesionales. Curiosamente, es típico que sean la referencia para organizar una competición. Cuándo raro es el ámbito en el que son la cantidad numérica suficiente para poder organizar una liga entre sí.

2ºNivel: Los ascensores, clubes y/o equipos, que por tradición, medios e incluso número de practicantes, son capaces de competir de forma más o menos regular a lo largo de las temporadas, con esos clubes de élite, con lo que además de la competición en sí, tienen la lucha de unos evitar perder a sus mejores piezas, y los otros captarlas para sus equipos de élite. Es raro el lugar en que no mucho más del 40% de los equipos-clubes pertenecen a este nivel.

3ºNivel: La Base, Nunca son menos del 50% de los equipos en una competición, y lo habitual es que no lleguen al 20% los clubes que se reconoces en este nivel.  Esta base reúne a equipo, que lo que quieren es jugar, con el objetivo de competir en cada partido, pero que honestamente, no son capaces de reconocer su nivel, en muchos casos por desconocimiento o inexperiencia.

Estructurando su competición:

Como sus objetivos son variados, conseguir encontrar un modelo común de competición se hace arduo, y es por ello que se suele tomar como referencia la opinión del grupo 1º cuando realmente son la minoría, inscrustada en un universo propio, que nada tiene que ver con aquellos que pelean por el número mínimo de fichas para competir en una categoría.

En mi opinión en los dos primeros niveles se debería optar voluntariamente, y se deberían establecer “sanciones” a modo de exclusión en venideras temporadas, para aquellos que sin vicisitudes al margen de lesiones, sanciones, etc… no alcanzan un nivel competitivo ( medido según se convenga, en nº de victorias o diferencia media por partido, este último me parece el más correcto).

El tercer nivel, no puede ser un cajón desastre donde entre todo el mundo y debería estructurarse por el criterio más apropiado, y que a priori parece que la fase previa al cuerpo principal de la competición es el más adecuado.

En el caso de los dos primeros niveles, si del número de equipos que optan al primer nivel hace imposible estructurar la competición, las fases previas también parecen una herramienta aconsejable.

Consideraciones finales:

Creo necesario destacar un aspecto, nunca la fase previa debería ser de una extensión superior al 25% del total del periodo competitivo, medido en partidos o duración. Hablamos de una fase previa y no de un periodo competitivo, es un proceso de evaluación y no un título en juego.

Luego quedará la adaptación a las características geográficas de la zona, sus capacidades de transporte, y por supuesto el número real de participantes, que como sabemos, se modifica en gran manera de una zona o otra de España. Pero tratar aquí esos condicionantes multiplicaría enormemente este ladrillo, que ya es de por sí considerable.