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miércoles, 16 de febrero de 2011

Justicia Deportiva: Incompetencia


En estos tiempos, se juntan en el deporte múltiples conflictos, que en mi opinión, derivan del mismo origen, las dificultades económicas. Concretamente, en nuestro país, coinciden diversas conversaciones por derechos televisivos, que no nos engañemos son la principal fuente no pública de ingreso deportivos, con la transición de generaciones de deportistas, viejas leyendas que mantenían la popularidad con nuevos valores que deben ser los que mantengan la competitividad, junto con el dañiño asunto de las operaciones antidoping, todas ellas, de momento fracasadas en su conclusión.


A todo esto, España durante varios ciclos olímpicos,(por valorarlo en una medida típicamente deportiva), ha estado inmersa en un desarrollo legislativo para el deporte, ralentizado, politizado, y sin ser una prioridad de los gobiernos; en nuestro país y en todos los ámbitos políticos desde locales hasta nacionales, la victoria deportiva es una prioridad del político mientras el desarrollo de las estructuras deportivas del país son una molestia que hay que evitar.






Cuando en el año 90, se decidió que la fórmula de las SAD, eran la solución a un fútbol endeudado, y cuyos responsables se irían de rositas, entramos en un sistema falso de mercantilismo, fundamentalmente porque los modelos de gestión y explotación seguían siendo los mismos, la televisión y el estado, leáse (subvenciones o apuestas).


Las ligas Profesionales, LFP,ACB, ASOBAL, no son capaces de generar los ingresos que mantengan a sus propios clubes, ni de obligarles a un desarrollo basado en su capacidad de generación de ingresos.


Llegado a este punto, concluimos que el deporte profesional, no es rentable, al menos en España, y me plantearía si lo es en el resto de Europa.


Existen ciertas entidades que pueden hablar de rentabilidad, aquellas de mayor éxito deportivo, las que casi sin mácula, acumulan años y años de victorias y competiciones cuya participación ofrece incentivos económicos, pero para alcanzar ese nirvana de saldos positivos, hay que ganar.


La victoria, no sólo debe lograrse debe garantizarse, esa que permita a patrocinadores, e inversores valorar de forma efectiva el retorno de inversión alcanzado en el deporte, haciendo un símil con una fábrica de zapatos, el deporte es como si compráramos una fábrica para producir zapatos, pero sin tener garantizada cuanta materia prima necesitaríamos para cada par, ni la calidad del par, y por lo tanto ni sabremos cual será el coste, ni cuál será el beneficio, ¿Quién invertiría en un negocio así?


Las ayudas médicas, legales o ilegales son una plataforma de garantía de rendimiento, en un mundo donde el éxito es razón de supervivencia y todo lo que no sea la victoria se transforma en tu fin, cuando como ahora se cacarea en diversos debates un deportista tendrá que estar 6 años seguidos a una media de 5 horas diarias entrenando para llegar a su nivel de élite.


La barra libre en estos temas, ataca directamente a una razón fundamental de promoción del deporte en la sociedad, su transmisión de valores saludables, podemos apostar por decir, oye que sepas que el deporte de élite te matará, o mantener una posición intermedia donde los perjuicios del deporte en su máxima expresión provengan del desgaste de un cuerpo forzado a su máxima exigencia durante décadas, pero no por la incorporación de sustancias, o tratamientos “anti-naturales”. Debemos legislar, por tanto, dentro de un campo ambiguo, donde una actividad profesional se le quieren minimizar los riesgos; sería como trabajar en la mina pero sin respirar su aire, gracias a que cada empleado disponga de su propio cable de aire desde la superficie.


Así que volvemos a lo dicho en veces anteriores, a lo mejor el planteamiento del doping debe redefinirse, no sólo en la forma de su control, como se aboga con el caso Contador, sino en su definición jurídica. Y es que en estos tiempos de presión cabría la posibilidad de verse tentado al sabotaje deportivo, consiguiendo incluir alguna substancia absorbible por el organismo de un adversario, consiguiendo de esta forma no sólo vencerle en una carrera, por su descalificación; sino acabar con él durante años, tanto deportivamente, como y mucho más importante económicamente, al poder llegar a optar a esos contratos que perdería en una situación de éstas.


El sabotaje a base de doping se convierte en una forma sencilla de acabar con un adversario.


En el caso contador, se ha alcanzado la expresión máxima del “todo vale”; es más que obvio que desde tiempo de la ONCE, con Manolo Saiz de tutor, Contador no ha estado rodeado de entrenadores, digamos inmaculados, todos han tenido o tienen alguna vinculación con casos de dopaje, condenados o no, pero con la sospecha disfrazada de espada de Damocles.


Así que es principal candidato a la sospecha constante desde hace ya casi 8 años, aún así y con toda la razón, nunca ha sufrido ningún suceso, hasta este del clembuterol, resulta demasiado extraño que en Once, Liberty, Astaná, hayan caído compañeros suyos por las más modernas sustancias, y su situación sea detecatada por un mínimo residuo de clembuterol, sustancia del todo inadecuada para el doping en el ciclismo.


El caso Contador, ha partido claramente, de la intención de pillarle como sea, tanto que las filtraciones parecían más la ansiedad de decir le hemos pillado, que la forma correcta de llevar un caso tan dudoso como éste, por otro lado sorprende el silencio de la propia empresa implicada en la distribución de la carne.


Resulta, además arriesgada la actitud de los representantes políticos, sorprende su decidida defensa, que salvo que tengan todos los datos para asegurarse de la inocencia de Contador, los puede situar en el ojo del huracán en función de como acabe todo este caso.


Finalmente, las autoridades de la UCI y la AMA, actuan de forma poco explicable, si tienen claro que se dopa y que España es el paraiso del Doping, que rompan relaciones con sus autoridades y deportistas, si es una convicción indemostrable llegamos al final de esta cadena.


Si tenemos en cuenta, que esa misma sustancia enviada a otro laboratorio no hubiese sido detectada, llegamos a la última conclusión y que da pie al título, los sistemas antidopaje y sus centros de control, son tan dispares que el tanto la normativa como el sistema son incompetentes para el desarrollo de una justicia deportiva adecuada.


Frente, a investigaciones para detectar métodos modernos, nuevas sustancias, lo que procede es redefinir que es los que debemos buscar, como y cuanto para evitar riesgos reales en la salud de un deportista, dentro del mayor nivel de control que un deportista de élite recibe. Ante todo debemos evitar que realmente prácticas y burradas como la de Riccó, se oficialicen para evitar otros problemas menores.

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