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viernes, 9 de marzo de 2012

El día de la verdad

 

Última jornada de liga, con el basketaverage a favor por sólo 5 puntos, nos jugamos el ascenso o pase a la competición superior.

Un único partido que marca toda la temporada. Es normal que los jugadores, estén en máxima tensión, que en el partido de mañana la tensión se masque en gradas y pista. Que la acción de cada jugador pueda ser definitiva, y que cualquier fallo se multiplique en su importancia.

Estos son los partidos, que sirven para marcar las diferencias entre los buenos jugadores y las estrellas.

Más importante aun cuando uno de los equipos es del club más importante de la provincia, es más de la comunidad, incluso, sin exagerar uno de los más importantes de España.

¡ESTE ES EL PARTIDO QUE TODO AFICIONADO NO SE PUEDE PERDER!

Sólo falta un detalle, pequeño, sobre todo en edad, hablamos de minibasket.



Y por tanto, hablamos de niños, de aprendices de campeones, y por tanto, todo adulto que directa o indirectamente, esté vinculado por este encuentro, multiplica por 10 su responsabilidad, en su comportamiento, antes, durante y después del encuentro.

Porque ante todo, y más que nunca, es un juego, porque ante todo y más que nunca hablamos de educar.

Que nadie se engañe, el éxito de los 20 o 22 muchachos que jugarán mañana, desde el que saca una cabeza a todos, pasando por el gordito que no se mueve, o el pequeño ratonero que casi pasa entre las piernas del compañero, el éxito de ellos estará marcado por lo que hacían hace 5 meses y lo que hacen ahora.

De todos aquellos que ya votamos, depende lo que aprendan, y lo que deben aprender es que al partido hay que ir a por todas, a conseguir el máximo, pero lo más importante es ir a por todas, lo menos importante es ganar o perder.

No nos equivoquemos, la consecuencia no es ganar, la consecuencia es que te sepa a poco perder, o dicho de otra forma que jugar un partido no te baste, porque ya quieres jugar otro, y otro, y otro, y otro.

Porque son todos esos ‘otros’, los que te harán campeón, tanto en resultado como en humanidad.

Si los adultos no somos capaces de transmitir esto, si no tenemos la suficiente personalidad para enseñar este principio básico del deporte, la derrota será un fracaso, pero tristemente la victoria no irá mucho más lejos.

En manos de árbitros, padres y entrenadores, está lo que queramos que sea el resultado, que sí que, que puede significar el final de la temporada para unos y un triunfo deportivo para otros.

Pues sin acentuar el trabajo y el aprendizaje, no habrá triunfo personal, y eso sí que es una amarga derrota.

En nuestro caso, nuestro equipo de pueblo, ni por asomo se planteaba llegar a esa situación, otro año más los de la grada nos quedamos con la boca abierta con lo que son capaces de hacer esas pulguillas semicoordinadas.

Al final del partido, la victoria no estará en un punto más que el contrario, sino en una felicitación más al contrario, en un saludo más sincero, en una sonrisa más deportiva, en saber ganar o perder mejor que el otro, justo en esa valoración donde el mejor resultado es el empate.

Quizás por eso, a más de uno nos parece que el minibasket es el basket auténtico y espectacular, ese en que cada movimiento el jugador vé una grada con 20.000 personas coreando su nombre, en que los flashes hacen brillar el dorsal en su camiseta, y donde enfrente salta por encima de los Gasol, Bryant, Llull, Savané, etc… En esa realidad que sólo los niños pueden ver, y que los adultos no debemos nunca oscurecer.

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